TALLANDO la VIDA
Necesidad visceral. Martillo y gubia en mano, y un quebracho como
única opción para tallar. Es lo que hay, es la madera que toca y “al mazo no nos vamos”. Así empecé.
Dieciocho meses tallando algo sin forma y sin entender en que se convertiría. Expectativa cero, tristeza infinita. Martillo,
gubia, lija y el silencio como única compañía que aceptaba mi dolor.
- ¿Qué estás
tallando?
- La vida
estoy tallando, mi vida estoy tallando - respondía una y otra vez, mientras mi madera
lloraba virutas de bronca e impotencia.
¿Por qué la enfermedad? ¿Por qué
la muerte?
Porque hay Vida, porque hay Esperanza,
porque hay Amor, respondía el quebracho mientras encontraba
su sentido a veces y al rato era puro aserrín.
Este diciembre 2013 quiero
despedir al tiempo más duro de mi vida, meses que me dejaron “sin hacer pie” en
tantos momentos y me llevaron a profundidades que desconocía. Tiempo de
ponerle el cuerpo a las balas, de salirle al toro en miles de plazas llenas y
también vacías. Tiempo de bucearme hasta encontrarme en una mujer más madura,
una madre más serena y una hija sin madre.
Tristezas profundas que tallan
aprendizajes para atesorar y contemporizar, llevando sus valores a la vida de todos los días. Porque es tiempo de
seguir y seguir siendo aún más feliz.
A fin de febrero decidí que ese
quebracho imposible que me había tocado en
suerte debía quedar así de tallado.
Sobre nuestra mesa roja y energía, como testigo y como memoria. Una obra de arte, una
obra de vida. Ni la primera ni la última que me tocará tallar.
¡Qué Dios me dé
buenos martillos, gubias y mucho amor para compartir y aprender de las talladas
por venir!
Con gratitud, esperanza y amor en el tallado del 2014
Carolina
29 Diciembre 2013
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